sábado, agosto 12, 2006

ANTES DE SER FUSILADO

Tengo delante de mí fotocopia de dos cartas manuscritas firmadas por ENRIQUE MARCO el 5 de abril de 1940, un año después de terminar la guerra civil y unos minutos antes de ser fusilado en Espinardo junto a su suegra. Se trata del último alcalde republicano de la localidad de Abanilla- Murcia- al que le permiten escribir unas cartas de despedida. Su caligrafía, picuda e inclinada hacia la derecha, es de persona culta, impecable para la ortografía de la época.
Este invierno, su bisnieto, Thomàs Cantero, asistió junto a sus compañeros a una actividad escolar, la visita a la Casa- Museo de Miguel Hernández, en Orihuela, donde recorría con atención extrema la palabra del poeta y la memoria de la guerra civil. Thomàs, finalmente, con la dureza propia de la sinceridad, se atrevió a decir: a mi bisabuelo también lo mataron, aunque de otra manera, y en mi casa están las cartas que escribió antes de morir.
Dos cuadritos enmarcados con secillez posaban al día siguiente sobre la mesa de la profesora, contenían las despedidas dirigidas a la esposa y a sus hijas. Nunca en la vida hubo tanto silencio en una lectura. Tampoco otro silencio jamás habló mejor de la historia.
Querida esposa:
En los últimos momentos de mi vida te dirijo estas letras en señal de despedida para que las guardes como recuerdo de quien en vida tanto te ha querido.
Muero por haber defendido una vida de la que no estoy arrepentido por creer que es la más justa; como trabajador que he sido me puse al frente de los de mi clase para defender nuestros intereses, y por este solo motivo me fusilan, ni soy el primero ni el último que cae por defender a los suyos, (-pero- tachado) nuestra sangre no se derrama en balde.
Junto conmigo pierde la vida por malos antecedentes fundados en odios personales la pobre de tu madre, los culpables de toda esta tragedia cargan con la responsabilidad de lo que han hecho y el remordimiento de conciencia no les dejará vivir.
Cuando puedas abraza a tu hermano y le dices que tanto tu madre como yo nos hemos acordado de él en los últimos momentos, resignados los dos con lo que pasa por nosotros, y procurad ser hoy más hermanos que nunca.
A nuestras queridas hijas procura educarlas todo lo mejor que puedas y cuando a ellas te unas les dices que su padre ha muerto, pero que nadie podrá tildarle de ladrón ni de asesino.
No tengas rencor con nadie, que tarde o temprano pagarán sus culpas, si no en la tierra lo pagarán en la otra vida.
Recibe el último abrazo que por medio de este papel te manda tu
Enrique
Queridas hijas:
en los últimos momentos de mi vida os escribo estas letras en señal de despedida. La fatalidad ha querido que yo deje de existir solo por haber tenido un ideal, cosa que no me avergüenza ni me arrepiento de ello, por este motivo matan a vuestro padre, pero vosotras podéis ir con la cabeza muy alta y no avergonzaros por nada; nadie podrá deciros que vuestro padre ha sido asesino ni ladrón, que es la única tacha que repugna a todo ciudadano.
Os ruego seáis buenas y respetéis a todos cuantos os protejan, que nunca tengan en verdad que decir nada de vosotras, solo que sois honradas en todos los conceptos.
Conservad estas letras como recuerdo para siempre, (espacio)
Ser unidas las cuatro y no os disgustéis nunca, tened presente estas palabras en todos vuestros actos.
Hasta la eternidad, queridas hijas, un abrazo para todas de vuestro querido padre
Enrique Marco.
La bisabuela de Thomàs, por entonces, estaba también en la cárcel de Alicante. Dos años después salió sin cargos ni juicio. Toda la familia se trasladó a Francia. Thomàs nació en Lyon, hace dos años que regresaron a su pueblo. Él tiene 16 y dice recordar estos cuadros en todas sus casas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En El País, escrito por Josep Fontana, catedrático de Historia y director del Instituto Universitario de Historia Jaume Vicens i Vives de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

( Opinión - 10-08-2006 )

El día 8 de agosto de 1936, hace setenta años, un grupo de falangistas fue a buscar a Daniel González Linacero a la casa de Arévalo en que pasaba las vacaciones con su familia y lo asesinó. Su partida de defunción dice, con elocuente simplicidad, que falleció "a consecuencia del Movimiento Nacional existente". Tenía treinta y tres años y dejaba esposa, que vive todavía, y tres hijas de corta edad. La casa fue cerrada y saqueada.

Y quien diga que la más vale no recordar es tremendamente injusto. Han sido muchos años, para la historia también, de ver la realidad desde un agujero. Es necesario "restablecer"las vidas de tantas familias menospreciadas, de tantos muertos olvidados.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Esto sí que es un blog periodístico con todas las de la ley.
Sé que soy una pesada, pero, una vez más, enhorabuena Pistolita.
Anoche, precisamente, pasaron un reportaje en Informe Semanal sobre la muerte de Lorca y de la persona que también fue fusilada con él.

Abrazo desnudo.

Pilar M Clares dijo...

Es alucinante que en este país tenga que venir un historiador irlandés, Ian Gibson, de cuyos libros soy devota, para sacar a la luz la verdad sobre la muerte de García Lorca; que tengan que pasar 67 añazos para que se recupere la memoria de tantas personas muertas en la guerra civil.
El franquismo ha hecho un daño del que difícilmente el país se recupera, además de con la resistencia de los de siempre, cómodos en sus posiciones de ganadores y molestos cuando se trata de hablar de los españoles muertos que no consideran suyos.

Muchas gracias por los piropos, Ella, siempre es un placer verte por aquí.

Anónimo dijo...

Correo de mi cobarde y admirado amigo sin nombre público por motivos obvios:

Te iba a contestar colgándote un comentario en el blog. :D pero no me he atrevido por si alguien lo lee y me dan el paseillo también (soy así de cobarde :D).

Si te ve Juan carlos aireando la historia "RECIENTE" de Abanilla, te manda fusilar en el Valle de los Caídos. ¡Madre mía!¡Así va España! Él, que es la salvaguarda espiritual abanillera. Y a Rosa (la rancia cantinera) le da un soponcio (el definitivo) que la tiene que sacar del suelo de la cantina, el propio Benedicto XVI porque se la llevan los demonios.

La verdad es que la carta no tiene desperdicio, y es una lástima que debido al garrulismo propio de aquellas tierras, no esté colgada del propio Ayuntamiento (que es DONDE DEBERÍA estar).

Amigo, me ha encantado tu correo. Guardaré aunque me torturen tu nombre hasta la tumba.
Besazos, rey