MARÍA LEJÁRRAGA (1.874-1974) es una de las figuras de la II República recuperada recientemente gracias al estudio de Antonina Rodrigo (María Lejárraga, una mujer en la sombra, Algaba,2005).
Escribió "Canción de Cuna", y los libretos de "El amor brujo" y "El sombrero de tres picos", musicados por Manuel de Falla. Lo curioso del tema es que aparecieron firmados por su marido Gregorio Martínez Sierra, como las casi cien obras literarias (novelas, dramas, ensayos, poesías y guiones cinematográficos) que escribió. Él la había introducido en los círculos literarios eminentemente masculinos de la época y se había apropiado de la producción literaria de su esposa de forma más o menos consentida por ella. Se dice que fue una prueba de amor que duró hasta que Martínez Sierra la abandonó por la joven actriz principal de su compañía, Catalina Bárcena.
En la primavera de 1916 confiesa por carta sus "fatigas amorosas" a su gran amigo, el músico Manuel de Falla. Previamente se había sincerado con sus otros dos íntimos, Juan Ramón Jiménez y Turina.
Tras la separación del matrimonio, Lejárraga entra en política como diputada socialista hasta que la guerra civil la conduce al exilio en La Costa Azul. Allí sufre la ocupación nazi y se traslada a México. Años después, en Argentina, reanuda su actividad literaria publicando "Gregorio y yo" y "Una mujer por caminos de España". Por estas fechas escribe a una amiga: "No me dejo entristecer demasiado por la situación paradójica en que me encuentro de haberme muerto en vida y tener que resucitar para seguir viviendo. Sería una novela sensacional, pero ésa, precisamente, no la quiero escribir"."
Estas obras aparecen firmadas como María Martínez Sierra, es decir, con su nombre y el apellido del que fuera su marido. La crítica ha entendido que así Lejárraga reivindicaba la autoría de las anteriores y aprovechaba la fama que había regalado.
2 comentarios:
Añado a la información uno de los muchísimos datos que se podrían añadir sobre esta escritora: los derechos de autor de toda su obra fueron para la hija que tuvo su exmarido con su segunda pareja (...)
¡Cuánta generosidad!
Estaba en su derecho al volver a escribir con el paellido del marido, pero visto dede hoy, qué pena tener que recurrir a eso!
La Aldecoa hizo lo mismo, años después, aunque fuera por motivos distintos.
Una hábito que no he entendido nunca es el de las mujeres que se casan además de con el hombre con su apellido y dicen eso de : soy la sra. de...
Mavi
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