Padres y madres de hijos que no consiguen entenderse y familias de acogida o guarda con las de origen tienen en los Puntos de Encuentro un lugar profesional donde empezar a restablecer la comunicación que han perdido o, en cualquier caso, facilitar que el tránsito de los hijos no esté sometido a la arbitrariedad de quienes los custodian o de quienes de forma intermitente los atienden.
El derecho natural de los fines de semana, vacaciones, estancias esporádicas, etc. obliga a muchas personas que dejaron de entenderse, y que guardan las diferencias con el más ácido rencor, a encontrarse ante sus hijos naturales o adoptivos, sea en la medida que sea, hijos a fin de cuentas, personas. Y en muchas ocasiones los temas pendientes entre los adultos con autoridad para educar simplemente por pertenecer a una edad, convierten estas citas para los menores en un infierno.
Disputas ante ellos, tensiones, problemas personales, celos, reproches económicos, necesidades afectivas, violencia psicológica y emocional, agresividad gestual, angustias personales, convierten el encuentro de los progenitores en la peor educación para quienes dependen de ellos y están adquiriendo modelos de comportamiento sentimental.
Hay muchos casos en que la mujer es protagonista de violencia de género. Las leyes en este país están siendo insistentes, pero la dinámica social no la para una ley –necesaria por otra parte-, ni la educación familiar se ha concienciado aún de que la igualdad es un derecho sustancial al ser humano. La conciencia individual menos.Tampoco algunas mujeres se han dado cuenta de que pueden contribuir a romper esa tónica de responsabilidad absoluta , y que de la misma forma que en una pareja se comprenden y respetan las diferencias si hay entendimiento, también con quines no son ya pareja, hombre o mujer, es nacesariA la misma precaución, incluso más intensamente. Tomar una postura en la vida no es situarte enfrente, como se nos quiere decir a veces o decidimos entenderlo.
Los hij@s son para empezar ell@s mism@s, y tienen derecho a una vida emocional limpia y respetuosa. Creerlos propios es, además de una aberración, una privación de derechos. Utilizarlos como arma arrojadiza, un acto de violencia de primer grado que lo único que perpetúa es el modelo sexista que se nos ha impuesto y contra el que venimos luchando.
Violencia es mucho más de eso que las cifras desgraciadamente arrojan a diario. Violencia es falta de respeto por la vida ajena, violencia es intentar imponer un modo de comportamiento distinto al propio, violencia es amenaza, coacción, intimidación o alarma sobre las actitudes del otro o la otra, es ofrecer un modelo de inquietud sobre las emociones, violencia es intentar poseer la vida ajena, la de los hijos o las hijas por ejemplo, y la de los que ya no consideramos nuestros también. Educar no es dar de comer y satisfacer los deseos y modelos propios como ajenos.
Necesitamos Puntos de Encuentros porque, en ocasiones, perdidas las referencias sobre qué somos y cómo nos situamos con respecto a la alteridad, solo profesionalmente se pueden canalizar las iras y desprecios con alevosía. Son necesarios porque somos capaces de trasladar con cólera el nefasto empeño de cambiar carencia o necesidad por poder y, sin ningún reparo, trasladarlo a la vida emocional de hijos e hijas, ex parejas o seres ocasionalmente responsables.
Bienvenidos esos Puntos de Encuentro y enhorabuena a quienes allí se sienten a salvo. De la decisión de acogerse a ellos depende el futuro de muchos seres indefensos.
- El primer punto de encuentro que se abrió en España fue en Valladolid, en 1994, a la que le siguió Madrid, Bilbao, Sevilla, Valencia y Salamanca. Hoy se encuentran en todas las Comunidades del país, aunque no en todos los municipios. En la Ley Orgánica de enero del 96, art. 2, se establece que "primará el interés del menos por encima de cualquier otro interés legítimo".