FINAL DE MES

El Premio Nobel de economía Joseph Stiglitz escribía hace unos días en los medios sobre los beneficios de la economía en los últimos años que, decía, han estrechado en el planeta la brecha entre los llamados primer y tercer mundo. En África, un PIB superior al 5% en 2005 y 2006 (India y China entre el 9 y el 11%)

También advertía, por otra parte, de que la cosa no segurá así, porque en realidad hemos vivido más allá de nuestras posibilidades. El mejor modelo financiero nos lo ha dado EEUU y sus palos de ciego. Ahora ya los muertos, las generaciones de mutilados, de niños que no crecieron, de hombres y mujeres jóvenes de acá y de allá, de ancianos con un penoso final, se cifra en tantos por cientos, de los que pagaron con su vida y de lo que nos cuesta y nos costará al resto de la humanidad. Memoria para los muertos. El precio del petróleo cuadruplicado. Y los pobres de a pie siguen pobres.

Durante los pasados años, y para sobrellevar los desorbitados precios del petróleo, dice el economista, China exportó su deflación a cambio del crecimiento propio, EEUU redujo las tasas de interés del dinero en las hipotecas y creó la burbuja inmobiliaria. Trabajadores de todo el mundo, como consecuencia, padecieron, y padecerán, la bajada en los últimos años de los salarios y la menor participación en los lujosos PBI de los que, como suele pasar, se han beneficiado los empresarios. Las empresas han ido bien, los trabajadores menos bien. Ha habido trabajo, pero los salarios no han estado a la altura del crecimiento en cifras.

De una desacertada directriz económica, no es lo peor sufrila en marcha, lo peor es tomar conciencia de las consecuencias que va a traer. Un dólar devaluado, una Europa con pocas posibilidades de exportar, el conflicto del medio oriente pendiente, una redistribución mayor de los ingresos de los importadores de petróleo a los exportadores -muchos de estados no democráticos- y el regalo que los trabajadores han hecho durante estos años a los muy ricos hace plantearse ¿seguiremos aceptando caídas en el nivel de vida? ¿le encontremos sentido a la globalización? ¿dejará de haber pobreza? ¿mejorará la vida, en resumen?

Pues al estado que nos espera, advierte Joseph Stiglitz, en economía se le llama estanflación.